jueves, 25 de noviembre de 2010

Es mierda, ¿cómo quieres que huela?

Hoy el cliente A le ha dicho al cliente B: ¿Al final vas a volver? Y B le ha respondido: Me marché de tantas partes que cada paso que doy es una nueva vuelta. Un tercero, podríamos llamarle D, se ha inmiscuido en la conversación: No te afecte volver, no hay mayor problema si lo haces por un camino distinto. Y entonces E, una mujer mayor con muleta, una muleta sin otra muleta que le haga la simetría y por tanto una muleta sola y triste,  ha añadido: Te bastaría con no borrar ni una sola de las huellas que dejaste a tu paso, sólo gana uno, así que este juego consiste en no ser el último perdedor. Ah, trata de no pisar ninguna mierda de perro, no tiene nada que ver en esto, pero no por ello deja de oler mal.


Por un momento he creído que estaba en una película de Fernando León de Aranoa. Luego he tratado de ser positivo y he pensado que una música estridente, con mucha sección de viento y algo de percusión, iba a estallar y que los 4 iban a ponerse a bailar y cantar una coreografía perfecta y sincronizada. Me he preguntado qué pasos me tocarían a mí. Por si acaso he retrocedido lo justo para quedar fuera del encuadre de la cámara de seguridad.
A veces pasan estas cosas en el trabajo. Pero casi siempre pasa todo lo contrario.
Cambiame un billete de 500.
Devuélveme el recibo del gas
300 Euros, en billete pequeño.

Tú no lo sabrás, me espero a tu compañera.
¿Esto es bancaja? No, el infierno en dos calles más allá.
Nada de música.
Ya nadie baila en la Caja Rural.
Y a las chicas jóvenes, ya casi les doblo la edad..

jueves, 4 de noviembre de 2010

La terrible ausencia de velocidad de las cosas


Ya dije que andaban las cosas bastante mal en el trabajo. En realidad las cosas van, simplemente, lo que las hacen tropezar es cómo iban antes y cómo presumiblemente irán después.

Una vez soñé que Julio Medem me decía que me preocupara de las cosas que son, y tal vez un poco de las que fueron, pero que dejara correr lo que estaba por ser, porque a veces no ocurren, otras cambiamos y o nos dan igual o hasta nos gustan, y algunas morimos pronto y se lo comen los demás. Y lo seguí a rajatabla. Luego filmó Caótica Ana y volví a mi plan inicial. Quizá de una forma aún más radical.




Hoy he quedado con Genaro para tomar una cerveza. Me ha contado que también está fatal en el trabajo. La verdad es que está bastante peor que yo. Me he sentido mal, como si no hundirse más abajo en el lodo que nadie significara estar limpio y hasta oler bien. Me ha dicho que de un tiempo a esta parte se siente como un pulpo en un garaje, y eso la mejor de las veces.

En seguida he pensado en el domingo cuando fui a comer a casa de mis primos y vi por primera vez un pulpo en un garaje. Andaba suelto, con los tentáculos se agarraba al suelo y avanzaba en busca de una huida imposible. Me pregunto si un animal intuye lo que le va a pasar. O tan sólo piensa que no está donde debería estar y eso lo hace agonizar. Ahí fue cuando me vi en el lugar del pulpo. Luego mí tío cogió al pulpo por las patas, lo levantó por detrás de su hombro e, imprimiendo toda la fuerza de la que era capaz, estampó la cabeza contra el suelo de hormigón. Tres golpes, un cadáver. Ahí es cuando he pensado en Genaro, hoy, mientras me tomaba una Voll-Damm (7’2º).



En otro orden de cosas estoy releyendo La Velocidad de las Cosas de Fresán. Tenerlo siempre a mano es una de esas cosas que justifican una vida, y una habitación entera reservada para nuestra biblioteca privada. En esa habitación es donde escribo y donde estoy ahora. Eso no justifica nada, sólo es un elemento más de esta adicción que él tan bien explica a lo largo de más de 500 páginas.

Me he llevado otro libro al trabajo, es el After Dark de Murakami, me está gustando, sin más, pero puede que si no estuviera su nombre en la portada ya lo hubiera abandonado. Después de 5 libros leídos, estoy llegando a la conclusión de que tras el segundo que cayó en mis manos debí abandonarlo. No pongo en duda su genio, superlativo y casi inmoral comparado con los que tratamos de escribir algo con cierto sentimiento, ordenar unas cuantas palabras y que al leerlas todas juntas alguien pueda decir: éste tío es un cabrón, o simplemente: este tío ha hecho algo que yo nunca podría hacer, con eso me conformaría. Pero no quiero perderme, lo que quería decir es que acumulo libros del japonés y ya ninguno me ofrece nada más que lo que me ofrecieron los anteriores, y muchas de las veces bastante menos.



Esto no me va a servir para cogerle manía ni nada parecido, porque estoy tratando de ser positivo, es el camino que he elegido, aunque nadie me lo haya dicho en ningún sueño, así que la lectura que saco de esto es que hay que amar sin reservas y de forma eufórica, y hasta violenta si alguien osa contradecirnos, a aquellos artistas (siempre me dio repelús esta palabra) que obra tras obra, nos llegan fuerte al corazón, eso que no es un músculo ni se puede tocar, pero sí remover, golpear, estrujar y machacar.


Pd. El domingo todos los que vieron al pulpo hicieron un chiste o comentario sobre el pulpo Paul. Todos las rieron. Miré al pulpo y vi claro que el animal, de poder hablar, hubiera dicho: me siento como Alfonso en un garaje.