miércoles, 16 de febrero de 2011

Cuarta entrega de Piernicorto y Gargancillo

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Una semana antes, la risa fría y cortante como la hoja de una navaja recién afilada de Perniciosa Deltodo, desgarró cualquier posibilidad de conciliar el sueño de Piernicorto. Desde entonces ninguna carta llegó al ático de nuestros espiditosos compañeros de miércoles. La tensión se palpaba en el viente hasta casi desgastarlo y humedecerlo.


 Season 8. La venganza de la bruja dolida.

El domingo ambos dos se colaron en una fiesta de disfraces. Gargancillo se disfrazó de Heidi y Piernicorto de Clara, aun con los pies estirados, éstos reposaban sobre el asiento de la silla de ruedas. Dos ronescola después los dos estaban muy sueltos y habían desterrado sus miedos. Poco antes de las 3 de la madrugada Gargancillo escuchó el sonido del agua en severa implosión, cuando se dio la vuelta vio a Piernicorto chapoteando en el interior de la piscina y la silla de ruedas hundiéndose lentamente. Gargancillo se lanzó tras él para salvarle la vida sin pensar que podía perder la suya. Lo puso de espaldas, lo apoyó contra su pecho, le rodeó el cuello con el brazo y lo sacó fuera como había visto tantas veces hacerlo a Mitch Buchanan. Con los labios calientes, mientras ponía en práctica un curso de primeros auxilios que se acababa de inventar haber realizado, pensó, ¿y si en vez de caerse se ha tirado? Lo siguiente que recuerda de aquel momento es ser apartado de allí por dos tipos bastante fuertes y a un tercero salvando realmente la vida de su amigo. Piernicorto a día de hoy le ha dado las gracias al menos 15 veces. Gargancillo, todas y cada una de ellas se ruboriza, le dice no hay de qué y se queda a punto de preguntar: ¿realmente te caíste o te tiraste? Y se sonroja aún más, y se calla del todo. A veces deja pasar un tiempo para recobrar la compostura y le dice: Tú habrías hecho lo mismo por mí. Y Pierncorto se queda callado y eso intranquiliza al bueno de Gargancillo. Hace unas pocas horas han recibido la visita de la policía. Los frenos de la silla de ruedas habían sido manipulados. En el ambiente suena la música de El Planeta de los Simios, podría tratarse de su vecino tocando la tuba, o podrían ser los primeros compases de la sinfonía de la muerte. Había al menos 5 personas disfrazadas de bruja, pero sólo una apestaba a venganza.



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Aún con el temor de la muerte rondando sus cabezas, nuestros amigos deciden hacer su vida, porque uno ha de vivir con ansia para poder morir en calma.




Season 9. En alta mar.

Cuando Juan Turia escuchó a sus espaldas el grito !Gargamel! maldijo a dios y a todos los muertos de la humanidad. ¡Os cogeré! gritó al final. Años antes, cuando Piernicorto y Gargancillo lo conocieron creyeron que era el vedel del colegio El 7 De Octubre No Pasó Nada, pero poco después supieron que él simplemente iba mucho por allí. Cuidando la puerta a las ocho y a las tres pero sin cobrar. Juan Turia era un hombre calvo y feo, algo encorvado y casado una sola vez. Y lo seguía siendo. Ahora ya nadie le llama Juan, ni Turia, ahora todos se refieren a él como Gargamel. Ese nombre se lo puso Piernicorto, un día de copas largas y horas cortas en el que acabaron recibiendo el sol por la mañana en la cubierta de un barco al que no recordaban haber llegado. Gargancillo, que nunca se entera de nada, le preguntó hasta tres veces por qué ese nombre. Piernicorto algo cansado se lo volvió a repetir: Porque es calvo, feo y come pitufos. No lo acabo de pillar, insistió Gargancillo. Brrrrrr, relinchó Piernicorto al son del suave vaivén de las olas. Ahora Juan Turia vuelve a escuchar la misma palabra: ¡Gargamel! Y, cuando se da la vuelta, casi pilla a Piernicorto escondiéndose detrás de un rosal.




An Next Wednesday...

 Piernicorto y Gargancillo pasan las tardes en compañía de sus amigos, es posible que en algún momento lleguen a pensar que hay entierros donde lo pasaron mejor.





Extras: Piernicorto ha psada más de dos horas mirándose en el espejo y a la vez mirando esta fotografía y si jugara a las 7 diferencias, dios sabe que no lo graría encontrarlas.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Tercera entrega de: Piernicorto y Gargancillo.

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Perniciosa Deltodo, tan bruja como bella y ahora criminal, hurdió un plan que no le salió bien, como cualquier ser humano, medio alma, medio animal, tiró por el camino más corto y se puso a matar.



Season 6. Piernicorto ante los problemas siempre corta por lo (in)sano.


Casi acaba el año, hay nieve sobre las aceras y el asfalto está húmedo y con algunas placas de hielo. Paco Venéreo pasea con Piernicorto y Gargancillo, él por la acera más hacia el norte, ellos por la acera de más hacia el sur. La acera por la que avanza Paco está tan al norte que, de mirar hacia abajo, se podía sentir vértigo. A Gargancillo le gusta cuando Piernicorto camina y cruza sus manos justo donde termina su espalda, le hace parecer interesante, alguien con porte y de decisiones firmes y elocuentes. A veces se lo imagina con una bufanda de lino y una gran pipa de madera humeando en su boca. Gargancillo piensa entonces que su amigo podría haber sido un gran escritor. Piernicorto, a su vez, aprovecha la posición de sus manos para rascarse el culo con cierto disimulo. Tiene algo ahí, pero teme a la medicina y las verdades que duelen. Paco Venéreo, ajeno a todo esto, se lamenta de que después de tanto tiempo ni siquiera ha podido coger de la mano a su novia, la chica más bonita de la ciudad. Desesperado, ¡¡¡¡Oh Dios Mío ayúdame!!!!!, llega a gritar mirando al cielo. Sin soluciones a la vista, siempre cansada y con legañas de considerable grosor, les pide soluciones. Ellos sugieren: ¡Neopreno! ¡Látex! ¡Film transparente! ¡Papel de aluminio! Él responde: No, no, no y no. ¡Castración! Grita Piernicorto entonces. Todos se estremecen, un rayo parte el cielo en dos. Y la imagen que se dibuja en sus cabezas es de extrema dureza, pero no deja de tener gracia el gesto simulando unas tijeras que hace con los dedos. El sadismo de su rostro también. Los tres comienzan a reír de forma disimulada. Rompen en carcajada cuando Piernicorto resbala con una placa de hielo y cae de espaldas al suelo. La felicidad en invierno, por inesperada, siempre sabe mejor.



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Nuestros dicharacheros amigos cruzaban el invierno como un reactor nuclea desgarra el cielo, Paco Venéreo, pegajoso y contaminador como él solo, buscaba consuelo y trataba de encontrar la respuesta que le permitiera conjugar amor y deseo, alma, carne y jugos varios. Pero en el fondo, con tocar un pecho se conformaba. En otro orden de cosas Perniciosa Deltodo mataba cada lunes, cronológicamente, a todos y cada uno de sus amantes, Piernicorto sabía que si el cartero moría, él sería el siguiente.


Season 7. Sólo viento.


Es lunes, el correo no llegó. En la oscuridad de la noche, Piernicorto escucha la risa malévola de Perniciosa Deltuto entrar por su ventana. Cruza la noche, atraviesa nubes, desgarra valles y montañas. Hay fuego en el ambiente y él ni aprendió a arder ni mucho menos a apagarse. Tiembla. Se asusta. Tirita, y el traquetear de sus dientes balbucea en código Morse: Qué puta es el miedo. Los ojos abiertos como lunas. Dos faroles entre el negro más absoluto. Dos planetas bajo sus cejas, las ojeras del desvelo serán mañana el anillo de Saturno. ¡¡¡Estremecimiento!!! Muajajjajaj se escucha desde el castillo. Y cuando la banda sonora de la noche es esa risa, a la mañana siguiente un cuerpo amanece frío y tieso como madera seca. Gargancillo se da la vuelta. “Tranquilo Piernicorto, podría ser peor”. “¿Cómo?" Responde el hombre de las Piernas como grapas. Gargancillo duda, piensa y al final responde: “Podríamos tener gases”. A Piernicorto no le mengua el miedo, ni siente alivio, pero al menos, al calor de los brazos de su amigo intenta dormir. Minutos después suena un potente pedo. Un rato de silencio, luego el hedor, luego la voz del más alto de los dos: “Yo no he sido”.




An Next Wednesday...

Piernicorto bordea la muerte en la mezcla doliente de alcohol y cloro, sólo lo que nunca se sabrá le dará una oportunidad de salvarse. Además conoceremos a Juan Turia, el hombre que aún sin gato acabó llamándose Gargamel, hay tanto que contar, que elegiremos un pasaje al azar.




pd. ésta es la escena principal de la pesadilla que Paco Venéro tuvo aquella fría noche de invierno:

lunes, 7 de febrero de 2011

El Demente del Café, me quiere Matar

Creo que hay un loco que me sigue y no soy yo.

El viernes estaba en un pub tomando una Coronita con mi amigo Vicente y entró él, vestido con traje gris y corbata roja, y se pidió un café y se lo bebió de un trago y después se largó. Justo antes de salir se volvió hacia mí, me miró, y después salió del todo. Vicente no se dio cuenta. Yo pedí otra cerveza antes de acabar la primera.



(Todo lo que he escrito me ha sucedido o me sucederá, acaba de decir Nacho Vegas en una entrevista. Y a lo mejor es profético, pero en realidad no tiene nada que ver con esto y tan sólo lo he puesto porque no quería olvidarlo.)

Esta mañana ese mismo tipo estaba en la puerta del banco, a las 8 de la mañana. Llevaba otro traje, esta vez negro. Corbata verde moteada en blanco. Apoyado de cara a la pared, se daba cabezazos contra ella. Se ha detenido, me ha vuelto a mirar y después ha seguido a lo suyo.

Esta noche soñaré con él. A lo largo de esta semana volverá a ser carnal. En menos de un mes me atacará con un cuchillo de cocina o tal vez un cutter y sólo encuentro consuelo en la posibilidad de que sea alguien que se leyó mi libro 14 veces y en la treceava se dio cuenta que necesitaba matarme para pasar a la posteridad. La última de las veces lo leyó para decidir el arma.


(Por cierto recuerdo una vez en clase con mi amigo Adrián en que le dije que no tenía huevos a cortarme con el cutter (nosotros decíamos cuttex, vaya usted a saber por qué) y entonces extendí mis dedos y él desplegó la hoja y me rajó a la altura de la segunda falange. Ahora hace 5 años que no nos vemos pero es por otros motivos, seguramente mucho menos importantes que el episodio del cutter, pero así son las cosas. Una piedra inmensa siempre encontramos la forma de rodearla, el canto pequeño se nos clava en la planta de los pies y no hay dios que la pueda sacar)



He dejado órdenes precisas a C para que si el Loco del Café me mata, deje aquí una entrada para decíroslo. Ella ha respondido que dejará un comentario bajo pseudónimo porque virtual o no, es muy triste un entierro al que sólo asiste el muerto y su mujer.


En otro orden de cosas hace un par de semanas me encontré con la cuarta prueba de que el fin del mundo anda cerca. Juanjo Puigcorbé fue entrevistado en La Noria (también podría ser una prueba del Apocalipsis que estuviera un sábado viendo ese programa pero es demasiado personal y yo tan pequeño como para extrapolarla a toda la humanidad) y dijo que si no trabaja es porque hay un boicot contra él. Un complot de tintes nacionales (si llega a decir que es a nivel mundial explota el planeta en ese momento o me exploto yo contra el suelo de mi desierta calle) en su contra por sus ideas reaccionarias (esto es cosecha propia).



Estamos acabados.

Vayan haciendo todo lo que nunca hicieron porque si algo vamos a echar de menos es el tiempo.

Y el único consuelo es no hacernos viejos o ya no poder ser abandonados por quien tanto queremos.

Yo por si acaso ya voy comiendo todos los días arroz a la cubana, porque si el párrafo anterior lo tengo resuelto uno tiene que seguir su lista de preferencias y prioridades una detrás de otra. Aquí el orden importa.

Y ya no ganaremos en el Bernabeu nunca más.

Y Juanjo Puigcorbé en la cola del INEM sonreirá mientras los edificios se derruyen y las flores se secan.

Porque no importa tanto que todo arda si uno es la mecha.



Pd. Para no olvidarnos.

Pruebas irrefutables del Fin del Mundo:

1.      Coches con un faro roto (ayer en un trayecto de 5,8 kms me crucé con 7.

2.      Cucarachas rojas muertas por las calles boca arriba.

3.      La teta que vi dejarse mamar, tan grande que dejó de ser algo personal.

4.      Juanjo Puigcorbe.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Las Aventuras de Piernicorto y Gargancillo (otra vez)

Previously on Piernicorto y Gargancillo...
Nuestros acicatados amigos recibieron la visita de Paco Venereo, en la pared blanca de su salón, aún hay marcas del sofá. A Gargancillo aún le pica la pierna y, aunque es molesto, tiene que ocultar un encantador placer al ser rascado por las manos largas de Pierncorto.


Season 4. La amante instruida. La bruja novata.

Perniciosa Deltodo se hizo bruja después de ser abandonada por su último novio, un buen hombre que no pudo soportar el carrusel de examantes que ella había tenido en su vida. Los celos son ese olor fuerte que no se va de la nariz y que al intentar disimularlos con otro olor se convierten en algo distinto y casi siempre de hedor aún más insufrible. A ella, cuando lo pensaba, lo que más le dolía era la incertidumbre de la palabra último, ¿Iba a significar en este caso algo tras lo cual no va a seguir nada más? ¿o va a querer expresar el orden de algo en un instante determinado de tiempo? Sólo conocía dos citas que hablaran de la duda. La primera rezaba: “ante la duda la más tetuda” Anónimo, y aunque no lo descartaba aún no entraba en sus planes. La segunda decía: “el rechazo duele, la duda mata” Alonso Iruña, y entonces se hizo bruja para crear una pócima mágica cuyos efectos fueran el olvido inmediato del amor y el sexo más encendido, algo que haga arder las narices de todos los hombres del mundo. Podría haberse hecho maga o hada madrina, pero tenía una escoba antigua y la nariz larga, así que la decisión le vino dada. 




Previously on Piernicorto y Gargancillo...
Perniciosa Deltodo, una mujer tan bella como ligera, le costaba más contar besos dados que días transcurridos, tras perder a uno de los pocos hombres que había amado, o que por porte y capital podría haber amado, decidió echarse de cabeza al mundo de la brujería y del mal, pudo elegir otro camino, pero no lo hizo. ¿Las razones? ¿quién necesita razones cuando tiene una maravillosa escoba y una nariz larga como carreteras sin paisaje?


Season 5. El Cartero siempre llama los lunes

Cuando Piernicorto y Gargancillo se enteraron de la mutación de Perniciosa Deltodo sintieron cierta pena, hasta pensaron en llamarla, cosa que le prometieron y nunca hicieron. Después, cuando Pequeño Cagón les contó que, tras el fracaso de su plan inicial de crear una pócima del olvido carnosentimental, decidió matar uno a uno, cada lunes y en orden cronológico a todos sus examantes, sintieron unos considerables escalofríos que les recorrieron el cuerpo, una marathon para Gargancillo, menos de un 25 de pie en el caso de Piernicorto. Piernicorto sabe que es el trigésimo quinto amante de Perniciosa, y lo que es más importante, el cartero es el trigésimo cuarto. Todos los viernes se envía una carta, sólo pone: Querido Piernicorto me pones como una moto y luego espera sentado el lunes entero. La carta le llega, la lee, sonríe ante su propio ingenio y entonces respira. Una semana más de vida. A su vez, Gargancillo, trigésimo sexto amante de Perniciosa Deltodo, duerme más o menos tranquilo, mientras respire su inseparable amigo no correrá ningún peligro. Cuando deje de hacerlo, echará a correr. Pero a veces se pregunta: ¿Podré correr con el cadáver aún caliente de Piernicorto? Y entonces se arrepiente de todo, porque ni siquiera quería tener nada con Perniciosa, tan sólo fue una noche llena de alcohol y cierto despecho. Por las dos partes.



An Next Wednesday...
Paco Venéreo llorará desconsoladamente por el amor imposible demasiado posible que le está tocando vivir, nuestros chispeantes amigos, tendrán tantas soluciones, como ruedas tienen algunos camiones.



PD. Piernicorto lo tiene claro, ante la duda ésta: