jueves, 23 de septiembre de 2010

Leaving Time


Hoy he indultado a Ana Rosa Quintana. Por lo menos le concedo el beneficio de la duda. No como presentadora, ni como repeinada, ni mucho menos como inseparable de Maxim Huerta, al que por cierto aún recuerdo en el telediario de madrugada de T5, todo seriedad y compostura. Me pregunto si de vez en cuando aún se pondrá en casa alguna grabación de por entonces, sentado en el sofá, vestido con batín y nada más debajo, con una copa de vino en una mano y con la otra acariciando un gato bien peludo y blanco. Una especie de Dorian Gray versión Lecturas. Me lo pregunto pero prefiero no saberlo.




            (no tiene nada que ver pero quiero dejarlo escrito: no me gustan las preguntas porque generalmente cada una de ellas guarda muchas respuestas y entonces se vuelve casi imposible dar con la acertada. Por eso mismo me entusiasman las matemáticas. Porque son todo lo contrario)

            Pero estaba con Ana Rosa. Y hoy la he indultado de su famoso caso del negro que le escribió la biografía. Sé que ella declaró, pero también sé que en el corredor de la muerte hay al menos un 70% de inocentes que también terminaron aceptando su culpabilidad.
           
            Y para ello os contaré lo que me ha pasado hoy. Porque hoy ha sido un día muy negro, y el cielo lo ha acompañado. El cielo puede ser muy cruel, pero nunca es ni más ni menos de lo que es. Eso no lo exculpa, para nada. Eso… otro día hablo de este tema.

            Empezó ayer, cuando decidí dar un giro brusco a la novela. Si bien me estaba gustando bastante lo que estaba saliendo, me di cuenta de que si uno quiere trascender tiene que ser valiente. Y valiente a veces pasa por intentar hacer algo distinto a lo que se ha hecho muchas veces, sobre todo porque la historia de la vida es muy larga y el mundo muy grande para que no haya al menos 842.000 personas que hagan mejor que tú cualquier cosa que estés haciendo.

            El caso es que hace un momento hablaba con C por el Messenger y le explico todos los cambios que he programado, cambios sustanciales e importantes, convirtiendo un simple cuento fantástico-trágico en un libro extraño que mezclara ese mismo cuento, realidad, metaliteratura, novela ilustrada, cómic de superhéroes, pop, mucho pop, sexo, asesinato, Tele5, prensa del corazón y sección de sucesos del periódico. Cada cosa que le iba apuntando ella me decía: eso es como el libro que estoy leyendo o: aquí pasa esto, es parecido. Hasta que al final ya era algo como: deja de escribirlo de momento, espera que lo acabe porque creo que eso que me cuentas pasa exactamente así en esta novela.

            Lo curioso es que la idea no es la misma, o sea, la ropa con la que había pensado yo vestir la historia y que usa él no se parecen en nada. Son los hechos concretos los que son casi idénticos. Mi libro y ése son como dos gemelos que separaron al nacer y que ahora se encuentran y con sólo verse se reconocen. Sólo que aquí, al saberse acaban odiándose, y los dos gemelos tal vez acaben queriéndose. Y entonces C me ha dicho:

            -Qué fuerte

            -Qué –le he dicho yo.

            -Que aquí los protagonistas son dos gemelos, no sólo son iguales las historias sino que también coinciden las comparaciones que haces.

            Me he venido abajo



            Una vez más la casualidad se cruza en mi vida. Y ya son unas cuantas. Porque no sólo da la casualidad de que ese escritor y yo hayamos pensado lo mismo, sino que C tenía ese libro un año en el trabajo y nunca se había puesto a leerlo y hace una semana en la hora de la comida no tenía nada que hacer y se puso con él.

            Ya he pensado lo que estáis pensando. Que C un día de éstos me ha contado de qué va el libro que se está leyendo. Pero lo hemos repasado y estamos seguros de que no ha sido así. No ha sucedido eso.

            Puede que Ana Rosa fuera culpable. En realidad no me importa. Pero sé que yo no lo soy y ella sigue presentando un programa de éxito y ganando una buena pasta y yo me he quedado sin el libro que llevo un año escribiendo. Un año difícil porque lo he empezado 3 veces y las 3 lo dejé cerca de la página 70. Y esta vez era la definitiva, ésta era la única que podía ser.

            A ver cómo le cuento esto a Neus. Que lleva medio año preguntándome por él para poder empezar a dibujarlo.




            Pd. Era inevitable, llevo media tarde escuchando este disco.

2 comentarios:

ochoymedio dijo...

Que digo yo... si dejamos el melodrama que tanto te gusta de lado, y vuelves a antes del giro y no lo giras o lo giras hacia otro lado, el problema desaparece ¿no? Sin embargo, el cielo, ese tan negro, y la lluvia, esos siguen aquí, y yo me mimetizo, y entonces soy como el gemelo del cielo, como una nube tal vez, que se hizo lluvia, y luego yo. Pero de ser así, puede que mañana brille, y para eso tengo una carta en la manga. Y no es que haya sido buena jugadora nunca, pero el trigo es lo que tiene :)

C* dijo...

me da miedo esa foto de Maxim :s