martes, 27 de septiembre de 2011

Serie ZOMBIE: Capítulo 4. La Noche del Cazador

Ya no tengo tan claro que el suicidio sea la mejor opción. Matarme es Roger Federer, la muerte épica Rafa Nadal. Los que, por cierto, se infectaron en plena final de Roland Garros. Los periódicos franceses publicaron en portada que el tenista español tenía el virus cuando llegó a la ciudad de la luz. Pero la verdad es que sólo fue una víctima más. París se apagó entera poco después, y ya nunca volverá a ser una fiesta. Ganaba Federer dos sets a uno, tenía bola de partido y mandó el segundo servicio sobre la línea. Le pidió explicaciones a un juez que había cantado out, éste se fue hacia él y se quedó parado a escasos dos metros de distancia, tan pronto daba un paso hacia adelante como daba uno para atrás o hacia cualquiera de los dos lados, tenía los brazos colgando y de vez en cuando se golpeaba las caderas con la mano abierta, Federer le pedía explicaciones al juez de silla que por el micro solicitó al hombre que se retirara, el tenista se llevó el dedo índice a la sien y le hizo el gesto de "estás loco" se dio la vuelta y fue hacia su sitio. De espaldas a él, no pudo ver como el juez de línea comenzó a arañarse los brazos hasta saltarse la piel a tiras, y fue demasiado tarde cuando trató de darse la vuelta porque ya lo tenía agarrado a su espalda, devoró su cuello, y también su drive y su revés. Y le arranco el corazón con la mano para desmenuzarlo con la otra y llevárselo a la boca. Nadal derribó con solo la ayuda de su raqueta a diez de ellos hasta que un recogepelotas se agarró con sus dientes a su gemelo izquierdo hasta hacerle caer al suelo, 3 más se echaron sobre él, otro lo intentó pero fue apartado de una patada, cuando llegaron al hueso le dejaron paso libre, lo estuvo olfateando hasta que le arrancó un brazo y se fue con él, lamiendo los restos de sangre pegada a su cúbito. Al día siguiente fue portada de todos los periódicos del mundo. 

La bola había entrado, así que la epidemia le salvó de una derrota segura. No hay mal que por bien no venga, rezaba el titular de un periódico deportivo. Al día siguiente una manifestación de 700 personas en la Puerta del Sol clamaba por el cierre del diario. En la siguiente rotativa portada del Madrid y todo volvió a su cauce. Aunque el cauce ya estaba seco. La epidemia se hacía fuerte en España y se expandía por Francia.

Y el Madrid aún pensaba en fichar. Y su entrenador seguía vivo.

Aquí en España los brotes eran constantes pero la gente salió a la calle contra una portada de un periódico deportivo. 

No sé cómo hay quien dice que la epidemia comenzó en mi pueblo. No sé cómo se atreven a asegurar que fue mi hija y no la de cualquier otro el primer infectado. Y si bien ya no queda suficiente justicia para restablecer esto, sí al menos me gustaría tener la oportunidad de matar a unos cuantos de ellos. Y lo pienso y me agarro fuerte al hacha, pero luego me encuentro con cualquiera, me lo suelta, y simplemente le respondo que es posible. 

Resquicios de humanidad, resistiéndose a resbalar por una roca en medio del desierto. El sol los secará antes de ni tan siquiera tener consciencia de sí mismos.

            Ahora es el momento. Destapó la botella de plástico y lentamente me acerco al río arrastrándome por el suelo. Avanzo 3 ó 4 metros y luego me detengo. Espero unos cuantos segundos y continúo. Al llegar a la orilla bebo todo el agua que puedo ayudándome con la mano. Tiene un sabor extraño pero está fría. Puede que sea mi mano sucia. Me lo repito cuatro veces. Es mi mano sucia la que le da ese sabor nauseabundo. Después lleno la botella hasta que se desborda y retrocedo hasta llegar a mi escondrijo. También tengo hambre, es más fácil morir de sed que de hambre pero en la oscuridad arranco hojas de una planta que no puedo ver. Las mastico y las trago. Su sabor es amargo. Es como morder hierro en láminas blandas. A los gusanos les basta. También a las vacas y eran fuertes y poderosas. Decían que sólo con sus pedos podían derribar la capa de ozono, pero ellas se volvieron locas unos años antes que nosotros y supieron sobrevivir. Nosotros los humanos lo estamos arrasando todo y cuando ya no quede nada lo peor será que no habrá nadie para contarlo.
 
            Es muy probable que no muera esta noche.

            La estadística no es una ciencia exacta.

            Me alejo del río. Busco una zona frondosa, me adentro entre las ramas y me acuesto. Desde aún niño, después de ver la Noche del Cazador, imaginarme solo en un bosque por la noche era una de las cosas que más miedo me daba. Ahora es sólo un miedo menor. Un miedo soportable y, por tanto, casi agradable.

            No, no moriré esta noche.

            Y los gritos que escucho a lo lejos no me dan miedo. Ni tampoco pena. Alguien está muriendo, o convirtiéndose en uno de ellos. Algunos tienen suerte. Otros no. Sólo el tiempo dirá quién está en cada bando. 

            Es una mujer. Pide socorro, y la noche mira hacia otro lado.




CONTINUARÁ LA SEMANA QUE VIENE...

(mode ironic on) ...SALVO QUE MUCHA GENTE ME PIDA QUE CONTINÚE ANTES... (mode ironic off)


 

3 comentarios:

Ochentero dijo...

Por mi m Molaria tener la historia entera ya!!! siempre he sido un ansias! mola los toques que le das con los personajes famosos, sin quitarle potencia al inminente apocalipsis, eres bueno tio!
Un abrazo

La vecina del Ártico dijo...

¡Brillante!

Anónimo dijo...

el entrenador es el origen del virus! dijo la prensa polaca.