jueves, 7 de abril de 2011

Tsunami


Y en ésas que di un paso en falso y caí por un agujero y llegué de vuelta hasta aquí. Podría haber sorteado el agujero (hay quien dice que me lancé a él, en youtube hay un vídeo esclarecedor) pero entonces hubiera sido una esquina, una puerta, una ventana, un beso en la cara. Irremisiblemente de vuelta aquí.

            Por el camino perdí. Todo menos la vida. La vida son minutos y desvelos, y una letra con forma de persona. El resto todo lo demás. Perdido.


 
            Y fue el caso que el ordenador dijo basta y que tras una operación quirúrgica, y también lenta y dramática como cualquier intervención digna de ser contada a desconocidos en un vagón de metro, me ha devuelto arbitrariamente un puñado de archivos. Los que ha querido. Aún no los he revisado. Tendría su gracia que no fuera el azar. Que un montón de bits, de ceros y unos, hubieran elegido cual de los cerca de 1000 cuentos que tenía escritos valían la pena y cuáles no. Y puede que sea así, porque los perdí casi todos. También 3 malas novelas con muchos archivos de remiendos para convertirlas, si bien no en algo bueno, si en ese hijo que no supimos educar pero que no acaba en la cárcel y sólo se droga cada 15 días porque aprendió de ti que la vida, tal y como es, tiene que ser de vez en cuando sorteada.

            Se ha perdido Niño Pez (sí Neus, massa senyals en contra, vorem com poder fer un apanyo) y ya una vidente en medio de una feria ambulante me dijo que el pescado crudo conserva las espinas pero huele peor que el cocinado.

            Ahora estoy en esa fase donde los muertos son miles, y en su falta de concreción, la sangre tiene más color de tomate frito que de sangre. Será el día de las centenas, decenas y unidades. Será el día de la sangre, negra y espesa como petróleo (nunca vi el petróleo en vivo, no conozco su olor ni su tacto, pero sé que un estómago abierto desprende similares sensaciones y apesta igual, y que ya no respira) (en Norteña, pueblo de Niño Pez, había una ballena con el estómago destrozado, un boquete tan grande como el abrazo de tres personas, ahora ya no está, como ya no estoy yo donde estuve dos años consecutivos: Formateo).



            Y en ese tiempo pensé:

-Insultar a una niña con aspecto de haber nacido en Nueva Delhi, porque me amargó un concierto de Nacho Vegas.

-Que la escena de alguien marchándose y otro alguien, de distinto o igual sexo, pero potente deseo, mirando su espalda esperando que se dé la vuelta, es una imagen que nunca perderá fuerza. Añádanle una estación de tren, un sol que empieza a salir, la ausencia de una prenda habitual, una voz en off, el final instrumental de una canción cuya letra nos lo contó todo.

-Que vamos a bajar a segunda división. Lo pensaba, pero lo supe cada vez que se lo contaba a alguien esperando que me tildara de loco y tan sólo alcanzaba a darme ánimos.



-Que nunca hay que hundirse porque la vida es ese río que no acaba ni en cascada ni en el mar, como mucho en otro río que a su vez no acaba ni en cascada ni en el mar.

-Que debo querer y mucho si perdí todo pero estaba hundido porque ella perdió la secuencia fotográfica de dos años vividos intensamente.

-Que a veces basta con una canción, y otras, no tantas pero sí suficientes, con un estribillo.

-Que quiero cantarlo como hasta ahora lo he escrito.

Y algo más que quedará para siempre olvidado porque el ordenador dijo basta y con él todas esas letras sobre las que me dejé caer tantas veces desde tan alto porque no sabía que este río no acaba en el mar ni mucho menos en una cascada.

Vuelvo pronto.
El mundo se acaba.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Empieza la era del cantautor (dj de noche)?

Alfonso Navarro dijo...

no, que yo llevaré banda

Anónimo dijo...

Es cantautor nv y lleva banda