martes, 20 de septiembre de 2011

Serie ZOMBIE: Capítulo 3. La teta de Janet Jackson

Guardo silencio, cierro los ojos para así escuchar mejor, anular sentidos multiplica los que dejas vivos. Eso lo aprendí por necesidad. Tener los cinco sentidos activados a la vez es inútil. Todo es inútil en realidad, pero sigo con vida. Y no infectado. Escucho el agua correr. Aunque también podría ser la sed que me juega una mala pasada. Avanzo en línea recta hacia el foco del sonido. O eso creo. Con el hacha corto arbustos y ramas que se interponen en mi camino. Intento avanzar despacio pero tengo prisa. Tengo la boca realmente seca, paso mi lengua por el paladar pero es como limpiarse el culo con papel de periódico.

            Se me clavan espinas en las piernas. Atraviesan mis vaqueros y me perforan la piel. Sigo. Me escuece más la boca. En el frescor del agua me aliviaré la garganta y entonces se reavivará el dolor de esas heridas. Cuando éstas calmen será otra cosa. A veces pasa tanto tiempo que me duelen partes que no recuerdo. El dolor tiene un retardo invariable. Mis nervios castigados son como una galas de la MTV post-teta de Janet Jackson. 

            Dios bendiga América.

            Vi en la tele a George Bush comerse a su perro. No sabría decir si antes o después de la epidemia. 

            Ahí está. Ahora la corriente se escucha perfectamente. Casi puedo diferenciar lo que es agua, lo que son piedras arrastrándose sobre el fondo y algún pez que nada a contracorriente. Ralentizo el paso. A los fracasos es mejor llegar poco a poco. Administrar posibilidades. Buscarse corazas lo bastante rígidas contra lo que no sucede.

            Los ríos son uno de los lugares más peligrosos, a su alrededor se suelen formar los campamentos de no infectados. Tan sólo es más peligroso deambular por una gran superficie en una ciudad. Morir cerca de un río es sencillo. Entrar en el Corte Inglés tiene el mismo efecto que cortarte las venas en vertical. 

Hace unos cuantos meses decidí que, puestos a morir, sería yo el que me matara. Llegará el momento, lo sé, nadie sobrevivirá. Desprenderse de toda la fe es la única manera de perdurar. De sobrevivir el mayor tiempo posible. A nadie debería quedarle ni un gramo de esperanza, pero la mayoría ha construido sus casas con toneladas de fe. Cuando te encuentras con algún humano y no hay conflicto y entablas una conversación más o menos normal, todos hablan de cómo creen que comenzó todo pero nadie dice nada de cómo va a acabar. A nadie nos gusta que nos tomen por estúpidos, por más que sea un desconocido, por más que sepas que uno de los dos, posiblemente, no llegara al día siguiente. Ése es uno de los motivos por el que muchos viajamos solos. Hay que diversificar la suerte. Nunca me he despedido de nadie sin esperar que pronto muera. Eso me daría más posibilidades. Es una estupidez. Pero sirve. De poco pero sirve.

            Es un río estrecho, el agua corre marrón. También podría ser un rojo denso, pero es marrón. Lo digo cuatro veces consecutivas y se convierte en una verdad absoluta. Me oculto entre los arbustos. Siento correr por mi espalda al menos 3 insectos. Hace unos pocos años habría gritado de espanto. Ahora les dejo campar a sus anchas. Déjate morder, me digo. Y ellos muerden. Duele como apagar una cerilla con los dedos, nada que no pueda sofocar un incisivo contra el labio inferior. 

            Pasan tres horas. Comienza a anochecer. Tan importante es el paso del tiempo como el apagarse del sol. Si hubiera un campamento cerca, ya alguien se habría acercado al río. La noche, además, me sirve para ocultarme. Lo peor que podría pasar con ella es que me confundieran con un infectado, pero en términos absolutos carece de importancia, la única diferencia entre matar a un infectado y a un no infectado es la cantidad de balas que acaban regurgitando dentro de su estómago. Si es uno de ellos vacían un cargador entero. Cuando matan a uno de los supervivientes con una bala les basta. Puestos a morir a mano de algún imbécil asustado, me decanto por la épica. No estaría mal ser el Sargento Pike por un día, aún sin tener un grupo salvaje de mi parte con el que compartir unas putas mexicanas la noche anterior.

                Un no infectado te puede matar por miedo, aunque la mayoría de las veces el motivo es cualquier otro.


CONTINUARÁ LA SEMANA QUE VIENE