sábado, 5 de junio de 2010

Hijo, se lo que quieras menos taxista y pederasta (ni asistente al Rock in Rio, se entiende)


Elia sigue sin llamarme, en cierto modo me gusta la espera, es como una película de Hitchcock sólo que más cruel porque si bien no va a morir nadie (salvo arranque de odio desesperado que me lleve a la Calle La Tanda en horas punta tras pasar por casa del Chino a por su nuevo fusil y 200 cartuchos) lo único claro es que el que se va a joder en caso de que alguien se joda soy yo. Qué bonito sería pensar que nos íbamos a joder todos, yo y el millón de lectores que esperan mi nueva publicación. De momento tengo constancia de 212 compradores, al menos es un número par. Quiero pensar que han dejado el libro a alguien y rondar los 300 lectores, si eliminamos los defraudados y los indiferentes, me quedan… dejémoslo estar, con un quebradero de cabeza por semana voy más que servido.

Hablando de matar, el otro día un taxista se lió a tiros con un montón de gente, iba con su taxi y de vez en cuando sacaba su pistola por la ventana y le endosaba a uno una bala en el pecho. Quiero dejar constancia aquí que el fin de semana pasado conocí en Barcelona al menos a dos taxistas iguales, sólo que dispararon a mi bolsillo y más aún a mi inteligencia. Una ruta turística a las 4 de la madrugada es una mierda y mi ausencia de violencia aún más, a veces pienso que debería aplicar mis cuentos a la vida real. Algún juez lo entendería y tal vez sentara jurisprudencia, pero sólo tal vez no es suficiente para arriesgarme a pasar tantos años en la trena.

Lo que está claro es que me hartaría de vender libros. la publicidad funciona.

El caso es que lo tomaron por un loco sin criterio. Uno de tantos que un día pierde la cabeza y se pone a disparar a todo lo que se menea. He aquí que después de investigar han descubierto que entre los muertos hay varios parientes y los abogados de éstos que les llevaban el caso de una herencia familiar. Han investigado su móvil y han visto que a algunos de ellos les llamó y les citó en determinados puntos de la ciudad. Al final lo acorralaron y se pegó un tiro en la boca. Uno siempre tiene que guardar algo para sí, está bien ser generoso, pero siempre tienes que quedarte con algo porque nunca sabes cuándo te va a hacer falta.

También mató a otro taxista, imagino que algún familiar le estará llorando, pero sólo lo imagino.

Elia ya no llamará hoy y en el locutorio no dan de comer. En casa de mis padres sí, a veces no está mal dejar un rato el ordenador y las palabras y darse una vuelta por el pueblo aunque sea por barrios periféricos con tal de evitar ladrones recurrentes (esto no se entiende sin leer actualizaciones anteriores, pero sería incapaz de pedir eso) y llegar a una casa donde te quieren y dar dos besos y jurar sobre algún disco de Nacho Vegas qué buena está la paella. Por Dios que haya paella aunque no sea domingo.



Una cosa no quita la otra, debo empezar a ser más polivalente, por la ventana entra el sol y me dice C que la playa está llena a rebosar de gente y de niños y de sombrillas y de latas de cocacola y de rastrillos y de castillos de arena y de olas que llegan más lejos de lo habitual y destruyen los castillos de arena y hacen que lloren los niños y que sus padres maldigan el momento que echaron aquel polvo con más intención que la de conseguir una felicidad efímera pero suficiente.

Y yo estoy aquí, en el último ordenador del locutorio, el único que no se ve desde la calle ni por las ventanas, muriéndome de ganas de fumar y tomando apuntes para convertir en personajes a todos los que hay aquí haciendo cosas extrañas.

Podría empezar comprándome una toalla y ensayando una nueva sonrisa. Unas chanclas y un bañador de flores y palmeras. Aprenderé a nadar y tal vez me atreva a abrir los ojos debajo del agua.

Sólo tal vez.

Elia ya no llamará hasta el lunes, será un fin de semana difícil, voy a preguntar si mañana abren el locutorio, o mejor primero le pregunto a C si mañana tiene que ir a la playa y después pregunto lo del locutorio, lo que va delante va delante.



Eso es todo, aquí se va aNV, a comer paella o quien sabe si carne asada (al menos con patatas y algo de allioli)

3 comentarios:

Y. dijo...

no sé qué decir. me has parecido muy loco hoy. ajaja!

212. )

Teresina dijo...

dijiste que no volverías a mentarLE. así que a cada uno lo que es suyo, tú a C, y yo a(espacio)NV.

:)

(borde)

Alfonso Navarro dijo...

los locos son los demás!
tú la primera!
y que dure
jajaja




sí, hay un mandamiento que dice no mentaras a dios en vano, pero si he incumlido los otros nueve, no voy a hacerle un feo a ese