martes, 8 de junio de 2010

The Rise and Fall of Octavio


Como bien ha apuntado C por medio de un post en la entrada anterior, se me olvidó comprar el hilo de tender. Así que hace un rato me he ido a la Ferretería Sandalines en su búsqueda. Uno va allí con la tranquilidad de que saldrá exactamente con lo que necesita y que suele ser mejor o más necesario que lo que en un principio se pedía. Más aún para gente como yo que no entiende nada de todo eso (a saber: martillos, tenazas, cables, interruptores, clavos, tornillos, destornilladores, Black and decker, etc, etc…) y que llega allí y con dos vagas explicaciones consigue lo que buscaba. Una vez me preguntaron (y esto juro que es verdad) qué quería y yo me quedé mirando al pequeño de los Sandalines (no más de 9 años), sin decir nada, y simplemente me puse a pensar en lo que quería, he de reconocer que pensé con mucha fuerza pero tampoco tanta, y él, en no más de tres segundos se metió entre el laberinto del metal que es la tienda y me sacó lo que estaba pensando, de hecho añadió: “esto es lo que crees que querías, pero para lo que quieres hacer, te vendrá mejor esto”.

Sólo espero que nunca ninguno de ellos conozca el reverso tenebroso de la fuerza, eso sería el final de la galaxia.





Dos euros cincuenta y cinco, he salido, me he puesto a los Drums en el Ipod y me he metido por la calle Salvador Giner, una de esas calles en esos barrios donde las aceras están llenas de señoras sentadas en sus hamacas tomando el fresco, viendo la tele por la ventana de una de ellas, comentando lo gracioso que es Jorge Javier y lo muy puta que es La Campanario (que por cierto vivía a 10 kilómetros de aquí y, según dicen, es verdad en el sentido más profesional de la palabra, pero eso es otro asunto), el caso es que en esa calle me he topado de frente con Octavio, iba con la mirada perdida, una camisa azul sucia y desgarrada y los vaqueros sin abrochar y con manchas marrones en la pernera y cerca de la bragueta. Iba haciendo eses que más parecían zetas, ha estado a punto de caer al suelo al menos un par de veces. Me ha dado mucha lástima.

Octavio era uno de mis clientes cuando trabajaba en la oficina del Barrio Valencia aka de la Plaza de las Monjas aka Urbana 1. Tenía una tienda de ropa para niños y una mujer 10 años menor que él, rubia y alta, una de esas mujeres que son tan bonitas como puedas llegar a imaginar que lo fueron 15 años atrás. Llevaban la tienda entre los dos. Eran simpáticos, ella una vez me devolvió 50 euros que le había dado de más y él era de ésos que te ven almorzando en el bar y le dicen al camarero que todo lo que te tomes va por su cuenta. Yo le daba las gracias con la cabeza pero no conversación, porque no soy bueno para eso y sólo podía pagar su gesto con decepción. No parecía tenérmelo en cuenta porque luego volvía a hacerlo.

Un día vino y canceló todas sus cuentas conjuntas, ella se había dio de casa el día de Reyes. Estuvo toda la semana preveni´ndole del regalo que iba a hacerle, algo que no iba a olvidar, decía, y ni siquiera pudo esperar a la mañana siguiente. Después de comerse el roscón (a Octavio le salió el haba y tuvo que pagarlo) y tras tomar un par de copas en el salón de su casa, dieron las 12 y le dijo que se marchaba. Ya tenía la maleta preparada y a alguien esperándola en la puerta.

Yo no conocía lo suficiente a Octavio y menos aún en su vida privada pero creo que muy poca gente merece algo así. Quiero decir que quien tal vez merezca eso, merece un poco más, no sé si me explico.

Poco después me cambiaron de oficina y ya no lo volví a ver hasta hoy.

Una de las mujeres que tomaba el fresco al verlo ha susurrado al resto de amigas: borracho perdedor, todas han aprobado con la cabeza mientras le miraban de reojo.

A mí me han entrado ganas de gritarles algo desagradable, pero en lugar de eso he cambiado de acera y he agachado la cabeza. A veces hacemos cosas que diez metros después ya son una piedra de mil toneladas sobre la frágil superficie de nuestra conciencia.

Por cierto, el protagonista de Follamuertos, el cuento del que hablé el otro día, se llamaba Octavio. No había caído hasta ahora, lo curioso es que es el único Octavio que conozco y ese cuento lo escribí antes de su debacle. Cosas que pasan.


Eso es todo, os habló Yomismo, ese hombre que sueña con que alguien escriba una historia en la que él sea el protagonista y se llame The Rise and Fall of Alfonso Navarro

10 comentarios:

Y. dijo...

Joer, los tenderos es que son dios. jajaja

tumismo.,

me acuerdo de las historias que hacías con protagonistas que eramos las seguidoras de tu flog...que no sé si en paz descansa o no ;)

Alfonso Navarro dijo...

pues yera, parecía de todo menos un dios,
o bueno, tal vez dios es así, tendría su gracia.


el flog está en stand by, no tengo tiempo para todo y menos aún imaginación para llevar tres cosas a la vez!

Alfonso Navarro dijo...

por cierto yera, no sé si lees esto, pero te he posteado un par de veces y no sale el comentario en tu blog

maría dijo...

Eso de que el universo es tan grande que podemos compartirlo durante milenios sin saber que está ocupado por otros seres mucho más inteligentes que nosotros, eso, es falso.

Mira como nos has encontrado a la Lola y a mí.
Claro que los de tu galaxia sois muchísimo más inteligentes.

Este texto tiene la frescura que ha chupado de tu conocimiento superior. Me gusta muchísimo, Alfonso.

¿A que nos damos un garbeo por tu pueblo y te firmamos el libro?

anina dijo...

vaaaaaaaa lo d los 50 euros no me lo creo! seran centimos...

el titulo d la historia de la q seras protagonista me recuerda a "vida y muerte de jeremy bentham".... deberias buscar un nombre alternativo para el titulo entonces...

Alfonso Navarro dijo...

jaja, mi pueblo es un pueblo fantasma!, nos lo vamos imaginando a cada paso que damos, a cada esquina que doblamos, así que está chunga la cosa jajaj



y a ti anina, listilla, el titulo esta sacado de aquí:

the rise and fall of ziggy stardust and the spiders from mars


y sí, fueron 50 euros!

anina dijo...

y quien da 50 euros d mas sin darse cuenta??? estas cosas no las cuentes....

y solo he dicho q m recordaba...no q lo hubieras sacado d alli, listin!

Alfonso Navarro dijo...

es más común de lo que te podrías pensar,
por eso alguien ha inventado unas máquinas que nos dan el dinero con sólo darle al click


pd. te he pillado!" jurjur

La vecina del Ártico dijo...

Espero que aún te acuerdes de mí!
Es posible que crea que estaría bien hablar contigo de vez en cuando!

Te sigo leyendo, aunque en silencio.

Un petó, Escritor.

Alfonso Navarro dijo...

me encanat esa frase de es posible que crea que estaría bien hablar contigo!

tantas dudas despeirto???

jajaja

cuando queiras, claro