martes, 28 de diciembre de 2010
Pruebas irrefutables del fin del mundo (una teta grande como saturno)
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lunes, 20 de diciembre de 2010
Y un canguro saltará sobre mi cabeza con solo asomarla
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jueves, 25 de noviembre de 2010
Es mierda, ¿cómo quieres que huela?
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jueves, 4 de noviembre de 2010
La terrible ausencia de velocidad de las cosas
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viernes, 29 de octubre de 2010
Señora, no soy cobarde, es que el perro me mira mal y babea
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martes, 26 de octubre de 2010
No sé si es un cuento o un capítulo de una novela (Taste Of Cindy)
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lunes, 25 de octubre de 2010
Friend in a Coma
pd2. al final quedaron muchas frases fuera. Quedaron esparcidas por la cuneta de la Carretera de Vila-Real. Y pronto el olvido ha dejado la carretera limpia.
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miércoles, 29 de septiembre de 2010
El último tango en Burriana
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jueves, 23 de septiembre de 2010
Leaving Time
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viernes, 17 de septiembre de 2010
Sobrasada entre los dedos
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lunes, 13 de septiembre de 2010
Una forma como cualquier otra de dar comienzo a una obsesión eterna
Se hace difícil volver a escribir cuando uno hace un tiempo que no lo hace. Seguro que alguno ha dicho alguna vez que eso es como montar en bicicleta, que no se olvida nunca, y puede que no le falte razón, pero es muy probable que también se me hiciera complicado mantenerme erguido sobre una bici. Puede hacer más de 15 años que no montó en ninguna. Es más que probable que me dé miedo, pero ni lo pienso, ¿para qué si es muy probable que nunca vaya a volverlo a hacer?
Sí que volveré a escribir, lo estoy haciendo ahora y volveré a hacerlo. Se hará difícil o no, pero lo que importa aquí es la necesidad, y la necesidad es inevitable y que así sea siempre.
Cosas que necesito: escribir, querer, que me quieran, comer arroz, escuchar al menos una vez al mes a Nacho, Planetas, Micah y los Smiths, ver una vez al año Donnie Darko, Casablanca, releer Lo Peor de Todo, a Bukowski y a Fresán con relativa frecuencia, perder la noción de humanidad y de consciencia, ir al Primavera Sound, La Real (hoy jugamos y ya estoy nervioso, dadme fuerzas), sexo (ay, ya lo puse en segundo lugar), sentirme mal por otra persona y bueno, saber todo cuando me han lanzado la piedra; alguna más que contaré otro día.
Recuerdo que empecé a escribir porque me obligó mi profesora de valenciano Carmen Rufino. Nos pidió un relato al estilo de La Plaça del Diamant de Mercé Rodoreda, yo no leía nada y no me leí ese libro tampoco, así que tuve que inventar. La semana antes me había leído Lo Peor de Todo de Ray Loriga, yo hasta entonces no leía nada, podría hacer varios años desde que acabé el último libro, seguramente alguno de Agatha Christie, y un día estaba muy aburrido en casa y en la mesita de mi hermano estaba ese libro. Cien páginas escasas, letra gorda, capítulos cortos, ¿por qué no? Pensé, y en 2 horas lo leí. Así que cuando me mandaron el trabajo pasé del estilo que me pedían y copie el de ése libro. Lo leímos en clase, yo no lo sabía que eso iba a ser así, por lo que cuando lo dijo empecé a sudar, yo estaba sentado el último de la última fila y me pasé el rato mirando el reloj y rezando para que no les diera tiempo a llegar hasta mí. El resto de cabrones de mis compañeros (alguno que otro incluso amigo) había escrito un folio escaso y la cosa iba rápida. Yo tenía al menos 10, conforme lo pensaba peor me sentía. Cinco minutos antes de la hora leyó Adrián que era el anterior a mí, cuando terminó Carmen Rufino me dijo que empezara, le dije que era muy largo y que no iba a dar tiempo, ella, con la poca fe que le daba el poco nivel de todo lo leído anteriormente me dijo que no me preocupara, que leyera hasta donde llegara. Así que empecé, cuando iba por la página 4 sonó el timbre, yo me paré y empecé a guardarlo todo. Entonces me dijo que esperara, y dirigiéndose al resto de la clase les preguntó si querían que siguiera, y que quien quisiera se podía ir. Se quedaron todos, a algunos los odiaba todo el tiempo, a todos los odie en ese momento. Tuve que terminar, era la última hora y esperaron todos y al acabar rompieron en un aplauso. Sentí entonces lo que no he dejado de sentir ya nunca, sólo que ahora ya no necesito el aplauso de nadie (aunque nunca viene mal), me vale con terminar un cuento y tener la satisfacción de que sea bueno o malo, es lo mejor que a día de hoy puedo a hacer.
Hay algo que lo hacía mucho peor, la chica a la que iba dirigido el cuento, la protagonista, estaba sentada 4 sillas a mi derecha, y yo, estúpido como era, disfracé su nombre de forma lamentable, y la describí exactamente tal y como era en la realidad.
No se dio cuenta.
O no quiso.
Luego hicieron el concurso literario por Sant Jordi. La misma profesora me dijo que presentara el relato, le dije que no, que menuda vergüenza si ganaba (en el fondo no es más que ego, ya fuerte y con sólo un cuento), entonces ella arremetió, si presentaba el relato y ganaba me subía un punto la nota. Yo, materialista como siempre he sido dije que vale. Y así lo hice. Gané, y me tocó salir a un escenario a recoger el premio. Bajando por las escaleras escuché a una chica que decía: qué asco de tío, y con todo lo bonito que fue aquel día eso es lo único que recuerdo con verdadera claridad.
El premio eran 10.000 pesetas en discos, Cogí cuatro para mi madre y dos para mí, uno de ellos era el Transformer de Lou Reed.
No escribí nada más en todo un año, pero a falta de una semana para el siguiente concurso, a mediados de abril, escribí otro. Volví a ganar. Me creí el ombligo del mundo, y empecé a escribir mucha mierda y a mandarla a concursos de verdad, creí que ganaría de calle, pero los perdí todos, así que un año después dejé de escribir. Lo dejé para siempre, hasta que 5 años después, un día leyendo a Hank algo me impulsó a levantarme y a lanzarme contra el ordenador. Escribí 7 cuentos en una tarde, 5 de ellos acabarían 7 años después en mi primer libro. Y ahora ya sé que nunca lo voy a dejar, no al menos para siempre.
Y bueno, con esto no vengo a decir nada, quizá tan sólo que uno tiene que tener claras sus necesidades y dejarse llevar por ellas, porque ¿para qué luchar contra algo que es mucho más fuerte que tú? Es muy épico pero más estúpido.
Y lo dicho, Gora Erreala!
Publicado por Alfonso Navarro en 20:29 4 comentarios
martes, 31 de agosto de 2010
Con la comisura de los labios me ataba los zapatos
all the leaves are brown
and the sky is grey
I've been for a walk
on a winter's day
Publicado por Alfonso Navarro en 20:32 1 comentarios
jueves, 26 de agosto de 2010
Un día a temperatura ambiente
Hoy el día ha salido nublado y en Radio 3 suena Eric Clapton. Además estoy trabajando. Ayer hizo un inesperado día soleado, con bastante calor, la gente se queja y a mí me encanta. Verles tan amargados por algo con lo que yo disfruto tanto. Si me leyeran la mente me echarían del trabajo y puede que nadie me hablara. Pero mi cabeza es grande y opaca y sus ojos débiles. Para mañana pronostican lo mismo, pero hoy el cielo está negro y en Radio 3 Manos Lentas me deprime aún más. Esa clase de depresión que a nadie le gusta, que da ganas de matar, no de matarte. De estrangularlo. Lentamente.
En casa he encendido el Ordenador y no ha arrancado. No es exacto, en verdad no deja de arrancar y cuando llega al icono de Windows XP vuelve a empezar. Creo que lo he encendido, apagado y reiniciado al menos unas 35 veces. Y en todas ellas, aunque cada vez menos, guardaba una cierta esperanza de que la cosa iba a mejorar. Algunas veces lo apagaba también del botón de atrás. Otras lo desconectaba de la luz. Lo he reiniciado de pie y lo he apagado sentado, lo he encendido vestido y hasta una vez desnudo. Pero siempre lo mismo.
Después de algo así el salir a la calle y ver las nubes negras ahí arriba sólo es algo esperable. Un guión manido y mil veces escrito. Para cuándo el viento renovará su repertorio. El viento tiene la culpa de muchas cosas. Eso yo lo sé. Desde hace mucho tiempo. Lo peor de todo es no poder verlo nada y sentirlo tanto. Como los malos recuerdos. Como los móviles cuando pierden cobertura y al otro lado alguien te está diciendo te quiero.
En la nevera no quedaba leche fría y en el armario ninguna camisa que conjuntara con los pantalones de verano. He tenido que ponerme unos de felpa con lo que, a su vez, sólo hacen juego los calcetines más gordos que tengo. Me gusta el calor, pero no soy imbécil. Pienso que las nubes traerán algo de fresco y podré evitar algo de sudor por mis piernas. Qué inocente. No es así, hace calor. Creo que es la primera vez en mi vida que maldigo el calor. Espero que sepa perdonármelo. Porque el resto de las veces yo sería capaz de erigirle monumentos y cumplir en su honor promesas estúpidas que exigieran esfuerzo y algo de dolor. Algunas personas también lo merecen. No todas, y es mejor así, porque si así fuera el mundo estaría lleno de gente quejándose, y las lágrimas de los demás no mojan pero te hacen resbalar.
El que las tortugas se hayan cagado fuera la pecera lo pasaré por alto.
He calentado la leche en el microondas y me he quemado los labios. No importa. La leche a temperatura ambiente es como el noviazgo cuando ya se fue el amor y el odio aún está por venir.
Viniendo hacia aquí, escribo desde el trabajo, me he encontrado al final de la Calle Encarnación con Jairo, un asturiano afincado en Burriana que me cae fatal. No me ha dado tiempo a cambiar de acera. Le he saludado con un ligero movimiento de cabeza, no sé en qué momento ha entendido que quería hablar con él. Tampoco sé cómo no se ha dado cuenta de que no lo puedo soportar. Me cuenta que ha encontrado trabajo, que trabaja sólo 5 horas al día y que le pagan 1200 euros. También que anda con una chica, no he podido resistirme y le he preguntado quién, me dice que con la Fox (apodo de reciente adquisición debido a su razonable parecido con la actriz de Transformers y, por qué no decirlo, porque es una zorra de mucho cuidado).
(megan)
(zorra)
-Me encantan los días nublados -ha dicho para terminar.
-A las 8 de la mañana todos los días son nublados.
No me ha entendido. He necesitado matarlo. En días como hoy me gustaría ser Dexter. Y mandar a tomar por el culo el código de Harry.
Miento si digo que es el peor día de mi vida. Pero se le parece mucho. De todas formas, de lo que sí estoy seguroes que es el peor día de mi vida que puedo contar. El otro me lo guardo para mí. Y para siempre. Nada de contarlo a punto de morir. Si puedo lo olvidaré, si no, cosa más que probable, lo enterrarán conmigo.
Casi llegando, en la Calle Virgen de la Cabeza, he levantado la vista y en uno de los edificios había dos banderas de España, una de ellas dos veces roja y una amarilla, la otra igual pero con el pájaro al medio. Me he preguntado si era anticonstitucional, creo que sí. También si me atrevía a llamar a la policía. Pero luego he pensado en la más que posible respuesta y he guardado el teléfono.
El primer cliente que ha entrado me ha pedido un seguro. No me gusta hacer seguros. No sé cómo funciona y me pongo nervioso y parezco un idiota. Pregunto mucho a mis compañeros, casi a cada paso del proceso me asaltan dudas. Rápidamente noto en los ojos de mi clienta que no confía en mi pericia. Es más que probable que esté pensado que le ha tocado el idiota, y va estarse en la oficina media mañana. Eso lo estropea todo aún más. Yo le he leído el pensamiento, ella a mí no. Conservo mi empleo.
Me sorprende esta preocupación por el trabajo. ¿Qué me está pasando?
Hoy es el peor día de mi vida.
Después de Eric Clapton han puesto Queen, y ni siquiera era Under Pressure. ¿Qué será lo siguiente? ¿Dire Straits? ¿Me voy a morir?
Son las 9 de la mañana y me he apresurado a escribir esto. Primero he pensado en hacerlo por la tarde pero luego he recordado que, claro, no tengo ordenador (por más que al llegar lo volveré a encender, las veces que haga falta). Después en hacerlo a partir de las dos, cuando cerramos al público. Pero al final me he puesto en seguida porque a partir de ahora si el día sigue igual me quedaría una actualización demasiado larga, o quién sabe si me pego un tiro y no puedo subir el texto. No, muerto no se puede hacer eso. No. No se puede. Por otra parte, si le da por mejorar, es muy probable que se me pase lo que siento ahora e incluso que olvide parte de ello.
Hay que capturar el momento. Hoy no he escrito nada, he tomado na fotografía única e imperfecta. Como una polaroid antes de quedarnos sin papel.
Pd. Esto lo escribí el 19 de agosto. Sigo sin ordenador y me he tenido que buscar la vida. Ese mismo día salí de casa a las 8 de la tarde, el temporal había pasado de largo y miré al cielo y estaba azul y lleno de luz. Como pintado con plastidecor. La calle estaba mojada y por un instante sentí que un día de lluvia podía tener algo positivo. Era el olor a asfalto mojado y una sensación en el ambiente muy parecida a la que sientes cuando haces sonreír a una persona que ha estado mucho rato llorando. Me fui feliz y sonriente a casa de mis suegros. Al llegar di un beso a C y su padre nos dijo que en la playa se había levantado un tornado y había matado a un turista de Burgos. Su mujer y sus hijas se habían salvado.
Cada año está lleno de peoresdíasdelavida, pero siempre hay alguien para el que un mismo minuto es peor que para ti.
Y eso no consuela, ni hace que nos quejemos menos.
Publicado por Alfonso Navarro en 18:08 1 comentarios